Él nació de siete meses y a los 15 días de nacido lo llevé donde la pediatra porque me di cuenta de que tenía unas manchas blancas en la cara, que no eran normales. También se le movía el ojo izquierdo, lo volteaba hacia atrás y se le irritaba. Yo me preguntaba: “¿Por qué hace así?” Y era que ya el niño convulsionaba y yo no sabía”, recuerda Mónica Núñez, madre de Manuel.

Manuel Gómez Núñez,
un niño de 11 años, quien sufre de retardo leve y esclerosis tuberosa, la cual produce síndrome convulsivo. De ahí, lo refirieron adonde la Dra. Báez, quien le diagnosticó epilepsia y le mandó medicamentos desde los siete meses de edad. Sin embargo, a medida que iba creciendo las convulsiones se volvían más fuertes y frecuentes. “No dormía bien, le daban calambres, se le ponían los labios blancos y me decía muchas veces que le dolía la cabeza”, dice Mónica.
Así pasaron 10 años, hasta el 5 de mayo de 2014, cuando fue operado por el equipo de la Dra. Báez en una de las primeras jornadas que había empezado a realizar junto con el Dr. Kuzniecky. “Le hicieron una resonancia en donde le vieron la cantidad de tumores y el Dr. Kuzniecky me dijo que los que se veían más grandes eran los que tenían la posibilidad de ser sacados, pero cuando hicieron la cirugía me dijo que solamente le habían podido extraer el más grande, porque los otros lo ponían en riesgo”, cuenta la Sra. Gómez.
Según explica la Dra. Báez, en términos médicos a Manuel se le hizo una resección de un hamartoma frontal. Un año y medio después de la operación, las convulsiones de Manuel han bajado considerablemente, permitiéndole llevar una vida más normal.
“Gracias a la operación ya duerme tranquilo toda la noche, va a la escuela y no es tan agresivo, porque antes él mismo se agredía, lo agredía a uno y quería destruir todo. Ahora se relaja y socializa más”, afirma su madre.